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RAINER MARIA
RILKE
LAS ELEGÍAS DEL
DUINO
Traducción, notas y
comentarios de Otto Dörr Zegers
PRIMERA ELEGÍA
¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros
(1) de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de
ellos me acogiera de pronto en su corazón, yo
desaparecería ante su existencia más poderosa. Porque lo
bello no es sino el comienzo de lo terrible, ése que todavía
podemos soportar; y lo admiramos tanto porque, sereno,
desdeña el destruirnos. Todo ángel es terrible.
.....Y así me contengo,
sofocando el llamado seductor de oscuros sollozos. Ay, ¿a
quién podemos recurrir entonces? A los ángeles no, a los
seres humanos tampoco y los astutos animales advierten
ya que no estamos muy confiados y como en casa en el mundo
interpretado. Tal vez nos queda todavía algún árbol en la
ladera que podamos contemplar de nuevo cada día; nos queda la
calle de ayer y la mimada fidelidad de una costumbre que
se complació en nosotros y así permaneció y ya no se fue.
----- Oh, y la noche, la
noche, cuando el viento lleno de espacio sideral nos muerde
el rostro; ¿a quién no le queda al menos ella, la
anhelada, que nos decepciona suavemente y con esfuerzo
aguarda al corazón de cada cual? ¿Es la noche más leve para
los enamorados? Ay, ellos sólo se ocultan uno al otro su
destino. ----- ¿Aún no lo
sabes? Arroja desde los brazos el vacío hacia los espacios
que respiramos; quizá de modo que los pájaros sientan el aire
ensanchando con un vuelo más íntimo.
---- - Sí, al parecer las
primaveras te necesitaban. Algunas estrellas te exigían que
las percibieras. En el pasado se levantaba, acercándose, una
ola o cuando pasabas tú junto a la ventana abierta se
entregaba un violín. Todo eso era misión. ¿Pero pudiste con
ello? ¿No estabas todavía distraído por las expectativas como
si todo te anunciara una amada? (¿Dónde quieres
albergarla, cuando grandes y extraños pensamientos entran y
salen de ti y a menudo se quedan por la noche?) Pero, si
te abruma la nostalgia, canta a los amantes; mucho falta
todavía para que su célebre sentimiento sea lo bastante
inmortal. Y a esos abandonados que tú casi envidias y a
quienes encontraste aún más capaces de amar (2) que a los
satisfechos. Una y otra vez recomienza la alabanza
inalcanzable; piensa: el héroe perdura y hasta su mismo
ocaso fue para él sólo un pretexto para ser: su último
nacimiento. Pero la naturaleza, agotada, recoge de vuelta a
los amantes en su seno, como si le faltaran las
fuerzas para llevar a cabo dos veces la tarea. ¿Has pensado
bastante en Gaspara Stampa (3), para que así alguna
muchacha a quien dejó su amado, ante el ejemplo señero de
esta amante, sienta: y si yo llegase a ser como ella? ¿No
deberían, al fin, hacérsenos más fecundos estos viejos
dolores? ¿No es tiempo ya de liberarnos, amando, del
amado y de resistir estremecidos, como resiste la flecha a la
cuerda, para ser, concentrada en el salto, más que
ella misma? Porque no hay permanecer en parte
alguna.
---- - Voces, voces.
Escucha, mi corazón, como antaño sólo escuchaban los santos,
de tal modo que el llamado gigantesco los alzaba del suelo;
pero ellos, los imposibles, seguían ahí de rodillas,
indiferentes: Así estaban escuchando. No es que tú
puedas soportar la voz de Dios, ni mucho menos. Pero
escucha el soplo, el mensaje incesante que se forma del
silencio. Ahora susurra hacia ti desde aquellos jóvenes
difuntos. Donde quiera que entraste, ¿no te habló
quedamente su destino en iglesias de Nápoles y Roma? ¿O se
te impuso, sublime, una inscripción en relieve, como
recientemente esa lápida en Santa María Formosa? ¿Qué quieren
ellos de mí? En voz baja debo deshacer la apariencia de
injusticia que limita un tanto a veces el puro movimiento de
sus espíritus.
--- -- Por cierto que es
extraño no habitar más la tierra, no seguir practicando las
costumbres apenas aprendidas, no dar el significado de un
porvenir humano a las rosas y a tantas otras cosas llenas de
promesas; no seguir siendo lo que uno era en unas manos
infinitamente angustiadas o incluso dejar de lado el propio
nombre como un juguete destrozado. Es extraño el no seguir
deseando los deseos. Es extraño ver ondear libre en el
espacio todo lo que antes se amarró. Y el estar muerto es
laborioso y tan lleno de recuperaciones que sólo lentamente
percibe uno algo de eternidad. Pero los vivos cometen todo el
error de distinguir con demasiada vehemencia. Los ángeles (se
dice) no sabrían a menudo si andan entre los vivos o los
muertos. A través de ambas regiones el eterno
fluir siempre arrastra consigo a todas las edades,
acallándolas.
Por
último, ya no nos necesitan ellos, los que se fueron
temprano; suavemente uno se va desacostumbrando de lo
terrenal, así como se emancipa con ternura de los pechos de
la madre. Pero nosotros, que tenemos necesidad de tan
grandes misterios, de los cuales, y desde la tristeza, surge
a menudo una prosperidad bienaventurada: ¿podríamos
existir sin ellos? ¿Es vana la leyenda de que antaño, en el
lamento funerario por Lino (4), la primera música,
osada, atravesó el arido estupor (5); y que recién en aquel
espacio dominado por el terror, del cual el joven semidiós
escapó de pronto y para siempre, entró el vacío mismo en
aquella vibración que aún ahora nos arrebata, nos consuela y
nos ayuda? (6)
NOTAS:
1. La palabra que el poeta usa es "Ordnungen",
que significa "órdenes", pero en este contexto en el sentido de
"jerarquías". Desgraciadamente se produce una cacofonía con
"oiría" y "desaparecería", que no hay cómo evitar porque ambos
tiempos verbales no son reemplazables. Por esta razón hemos
decidido emplear una figura que, aunque no corresponde
exactamente al sentido de "jerarquías angélicas", se emplea
mucho en relación con estos seres puramente espirituales, cual
es la de "coros de los ángeles".
2. En esta parte del poema, Rilke hace un juego
de palabras con el verbo "lieben" (amar). Al comienzo de la
estrofa habla de "eine Geliebte", que significa "una amada" o
"una mujer amada"; luego dice que hay que cantarle a los
"Liebenden", que serían los que están amando, vale decir, los
"amantes"; y por último, usa como adjetivo el gerundio de
"lieben", que es "liebend", pero en forma comparativa, o sea,
con la terminación "er". E lugar de traducir esta última
expresión como "más amantes que", hemos preferido decir "más
capaces de amar que", porque corresponde más al sentido de lo
que el poeta quiso expresar.
3. Gaspara Stampa (1523-1554) es una poetisa
italiana, nacida en Padua, que en sus poemas cantó su amor no
correspondido por el noble veneciano Collatino di
Collalto.
4. Según la mitología griega la música fue
inventada por el joven Lino, hijo de Apolo y Terpsícore. Orfeo y
Hércules, entre otros, fueron sus discípulos. Un día reprochó
Lino a este último sus escasas aptitudes para la música, frente
a lo cual Hércules se encolerizó y con su lira asestó un golpe
mortal sobre la cabeza del semidiós. Grecia entera lloró su
muerte la que llegó a recibir los honores de la
apoteosis.
5. La expresión "dürre Erstarrung" es muy
difícil de traducir, pero también de comprender. La mayor parte
de los traductores, empezando por Maurice Betz, el primero que
tradujera a Rilke al francés, interpreta que esa seca rigidez o
paralización (Erstarrung) es la de la materia toda ante la
tragedia de la muerte de Lino. Pero también, y coincidiendo con
la interpretación de Romano Guardini podemos pensar que son los
humanos los que quedan paralizados, inmóviles, ante el horror
del sufrimiento provocado por la muerte del joven semidiós. De
hecho, en alemán se usa la expresión "vor Schreck erstarren",
que significa "quedar paralizado de terror". Ahora bien, la
palabra "paralización" es muy poco poética, por lo cual hemos
preferido decir "estupor".
6. En las dos últimas líneas hemos agregado,
respectivamente, los adverbios "mismo" y "aún". En el primer
caso lo hicimos por sonoridad, porque sin él el verso nos
quedaba corto. En el segundo, también en parte por sonoridad,
pero sobre todo porque agregando el adverbio se hace más
comprensible el final.
"La anunciación
de los pastores" (del libro Pericope Book of Henry
II, pintado entre los años 1007 y 1012).
COMENTARIO A LA PRIMERA
ELEGÍA
..... Esta primera
elegía viene a ser como el preludio de todo el resto de
la composición, porque en ella se anuncian la mayoría de
los temas y de las imágenes que se van a desarrollar a
través de cada una de las otras nueve: el ángel, el
animal, la condición humana, el sufrimiento, el amor, la
muerte, la música, el viento, la noche, etc. También se
esboza en esta primera elegía la idea fundamental de
esta obra, cual es que la misión del poeta es salvar con
su palabra, con su verso, las cosas de la tierra, misión
que ya el ángel ha cumplido en plenitud. ..... La primera estrofa describe
el impresionante encuentro del poeta con el ángel, ser
superior, inteligente, bello y terrible a la vez. Para
Rilke el ángel no corresponde exactamente al ángel de la
tradición cristiana, sino que es, según sus propias
palabras, "aquella criatura en la cual aparece como ya
consumada esa tarea que venimos realizando de
transformar lo visible en invisible". La primera estrofa
expresa la soledad del hombre que se enfrenta a la
poderosa existencia angélica: si algún ángel lo acogiese
en su corazón el poeta se destruiría. Y luego viene la
famosa sentencia: "Porque lo bello no es sino el
comienzo de lo terrible, ése que todavía podemos
soportar". ¿Quién no ha sentido la presencia de lo
terrible detrás de una experiencia estética? Las obras
de arte que son demasiado bellas o incluso algún paisaje
muy bello pueden tornarse insoportables, como le ocurrió
al príncipe Myschkin, de Dostoievski, al contemplar por
primera vez el lago Lucerna. No a otra cosa se refiere
el filósofo de la religión, Walter Otto, con su concepto
de "lo numinoso". ..... A
pesar de vivir en ese maravilloso mundo del lenguaje
("el mundo interpretado"), que tantas posibilidades le
ha abierto, el hombre no está preparado para enfrentarse
con las fuerzas del más allá, con la perfección de los
ángeles y de los dioses. El abismo entre él y ellos es
demasiado grande. Y esta experiencia desencadena en él
una melancolía infinita y así es como tiene que sofocar
"el llamado seductor de oscuros sollozos". El hombre
está solo en este mundo y a nadie puede recurrir para
encontrar un consuelo o una respuesta a las preguntas
últimas: ni a los ángeles, ni a los otros humanos, ni
tampoco a los animales. Sólo nos quedan algunas cosas,
como la contemplación de la naturaleza ("Tal vez nos
quede todavía / algún árbol en la ladera que podamos
nosotros contemplar / de nuevo cada día"), la fidelidad
de alguna costumbre y, sobre todo, la noche, esa que
aguarda al corazón solitario y cuya oscuridad no nos
permite ver las cosas en la claridad de sus contornos.
Los amantes podrían estar más cerca de la noche, ser
acogidos por ella, pero ocurre que ellos "se ocultan uno
al otro su destino". ¿Qué nos quiere decir el poeta con
esta afirmación? Es probable que se refiera al hecho de
que el amor hace olvidar al menos por un tiempo esa
soledad mencionada más arriba y que muestra un evidente
parentesco con la "soledad radical" de que nos hablara
Ortega y Gasset, sólo desde la cual podemos enfrentar
auténticamente nuestro destino. Luego el poeta propone
arrojar desde los brazos el vacío "hacia los espacios
que respiramos", "...de modo que los pájaros sientan el
aire expandido". Para Rilke la respiración es aquel
proceso por el cual el hombre transforma el espacio
exterior en espacio interior y su amistad con los
pájaros deriva del hecho que ellos, como ningún otro
animal, habitan en el aire y lo dominan, siendo éste el
más libre de los espacios. Sin embargo, algunas cosas
necesitan también al hombre y hasta qué punto eso no
podría darle un sentido a su vida: las primaveras lo
necesitan, también las estrellas le exigen que las
perciba, las olas se le acercan, los violines se le
entregan. Pero el hombre no siempre cumple esta misión
de darle un sentido a las cosas, distraído por las meras
expectativas, entre otras, de recibir el amor. En este
punto se produce el primer enfrentamiento del poeta con
el tema del amor, tema que va a estar presente
prácticamente en todas las elegías, pero en especial en
la segunda, la tercera, la cuarta y la novena. El amor
aparece antes que nada ligado a la nostalgia. La palabra
nostalgia deriva de las raíces griegas nostos,
que significa regreso y algos, dolor. Es el dolor por no
poder regresar a un lugar o a un tiempo en que se fue
feliz. Pero si forzamos un tanto la etimología,
podríamos decir también que la nostalgia es el dolor por
el nosotros perdido (nos-t-algia); pero en todo caso se
trata de un anhelo doloroso de algo que implica
plenitud: un tiempo, un lugar, una relación (un
nosotros). Esta plenitud nos recuerda el mundo de las
ideas de Platón, para él el único verdadero, y del cual
las cosas y los seres de esta tierra no son sino meras
sombras. "Pero si te abruma la nostalgia, canta a los
amantes", nos dice Rilke, vale decir, cuando estamos
embargados por ese sentimiento de carencia existencial
que es la nostalgia, debemos dirigirnos al amor y
alabarlo. Y luego afirma misteriosamente: "Mucho falta
todavía para que su célebre sentimiento sea lo bastante
inmortal". A primera vista esto podría interpretarse
como un defecto del amor, en el sentido de ser un
sentimiento no suficientemente inmortal, pero el
significado que encierra este verso es más bien lo
contrario, pues quiere decir que el amor no es aún lo
bastante inmortal, pero tiene que llegar a serlo, porque
pertenece a su esencia el ser eterno, como lo afirmará
el poeta en forma aún más decidida en la Segunda Elegía.
Y la demostración de lo antedicho está en los versos
siguientes, cuando él afirma que los amantes abandonados
suelen ser "más capaces de amar que los satisfechos",
porque ellos persisten en el amor, como lo hizo Gaspara
Stampa, esa poetisa italiana del siglo XVI, abandonada
por su amante Collatino di Collalto y quien, hasta su
muerte prematura a los 31 años, continuó cantando en
magníficos poemas su amor no correspondido por el noble
veneciano. Esta capacida de mantener el fuego a pesar
del fracaso es propia de los amantes abandonados,
quienes recomienzan una y otra vez el canto de alabanza
hacia el amor y en eso se asemejan al héroe, quién, aun
conociendo de antemano su fracaso, ese final trágico que
le espera, se lanza con un entusiasmo incomparable hacia
su destino heroico. Y esta es la razón por la cual el
héroe "perdura" más allá de su ocaso; aún más, su
decadencia no es sino"un pretexto para ser", una forma
de volver a nacer. ..... A
pesar de haberse asomado aquí el poeta a la eternidad
del amor, advierte que no debemos retener al ser amado,
sino dejarnos recíprocamente libres y "resistir esto
estremecidos", así como la flecha resiste la fuerza de
la cuerda del arco, pues es necesario trascenderse. En
el salto la flecha se trasciende a sí misma y para
Rilke, como para Heidegger, la esencia misma del ser
humano (Dasein) es la trascendencia. Este
último nos dice: "Trascendencia significa sobrepasar
(Überstieg). Lo trascendente (...) es lo que ejecuta el
acto de sobrepasar y permanece en él. Éste es propio del
ente en cuanto acontecer (Dasein). Formalmente el
sobrepasar se puede concebir como un ´nexo´ que se
extiende desde 'algo' hasta 'algo'. Al sobrepasar (la
trascendencia) pertenece entonces (tanto) aquello
hacia lo cual se pasa (o se salta), (...); como
también lo sobrepasado..., etc". ..... Esta segunda estrofa termina
con una frase un tanto escéptica y en cierto modo
sorprendente: "Porque no hay permanecer en parte
alguna". Y digo sorprendente porque la frase sigue, sin
solución de continuidad, a unos versos en los que el
poeta nos llama a hacer "más fecundos estos viejos
dolores" y, con el ejemplo de la flecha, nos impone la
trascendencia como camino. ¿Estará sólo anticipando el
tema de la transitoriedad y la evanescencia de todo lo
humano, que el poeta va a desarrollar luego en la
segunda y en la novena elegías? ¿O el verso tiene que
ver con el tema de la trascendencia recién tratado?
Quizás si justamente debemos trascender no sólo hacia el
mundo, sino hacia lo eterno, porque en caso contrario el
tiempo se lo devoraría todo. La tercera estrofa es
una suerte de meditación sobre el cómo de la relación
del hombre con el mundo de lo trascendente. En ella el
poeta aconseja a los mortales el escuchar con humildad
las voces de los ángeles, pero también el mensaje
silencioso de los que han muerto jóvenes. El silencio es
el ámbito donde desaparece, por cierto, toda
comunicación verbal, pero es el único adecuado para
escuchar las cosas esenciales. Es interesante el hecho
que Rilke proponga una estrecha vinculación entre la
palabra y el silencio, porque es en el contexto de las
voces que escuchan los santos y de la voz de Dios que
deberíamos nosotros escuchar, aunque no soportaríamos,
que aparece el silencio. Y éste no es una mera ausencia
de sonidos o de ruidos, como se le entiende vulgarmente,
sino algo que se escucha. Es un "soplo", que a su vez es
un mensaje que proviene de aquellos que murieron
jóvenes. Y este mensaje "se forma del silencio", está
hecho de silencio y además es "incesante", vale decir,
nunca desaparece, puesto que está en todo momento a
nuestra disposición para ser escuchado. Ese mensaje
silencioso nos une con el más allá; es el lenguaje del
transito desde y hacia la trascendencia. Sin embargo, el
poeta no se siente todavía capaz de oír directamente la
voz de Dios, pero si la de los muertos jóvenes, que le
exigen apartar la apariencia de injusticia que supone su
muerte temprana. No queda claro quién comete esa
injusticia, si los adultos al permitir de alguna manera
que los niños y los jóvenes se mueran o éstos, que
quizás, al preferir adelantarse en este viaje al más
allá (como se ve claramente en el caso de los héroes),
provocaron un infinito dolor en sus seres queridos que
permanecieron en el más acá. En todo caso, la muerte
prematura es uno de los más grandes misterios y quizás
si su solución encierre el secreto de la condición
humana. Porque si el infinito dolor que rodea a la
muerte de los jóvenes no tuviera un sentido, entonces
nada tendría un sentido. Debemos cuidarnos, sí, de que
nuestra manera humana y terrena de pensar pueda "limitar
el movimiento de sus espíritus", ese ir y venir de los
jóvenes y de los héroes entre el aquende y el
allende. ... ..... Y ahí comienza una reflexión
sobre la muerte y su extraña forma de existencia: qué
extraño es no seguir practicando las costumbres, no
seguir dando significado a las cosas que nos rodean, no
seguir sintiendo angustia y dejar de lado el propio
nombre. El estar muerto implica reparar omisiones.
Únicamente los que murieron jóvenes transitan por el
otro mundo con naturalidad. Y ellos ya no nos necesitan.
Ellos no llegaron a tener apego a nada, pero nosotros si
los necesitamos a ellos. En primer lugar, porque
necesitamos el misterio para existir y el mayor de todos
los misterios es justamente el de la muerte de los
jóvenes y de los niños. Tenemos con ellos además una
deuda, una gran deuda, con aquellos que murieron
jóvenes, y es la música, por cuanto ella fue inventada,
según el mito, por un ser que también murió joven: Lino,
hijo de Apolo y Terpsícore. Este joven dios desarrolló
la melodía y el ritmo y compuso poemas sobre el origen
del mundo, sobre la astronomía y la naturaleza de las
plantas. Orfeo, Hércules y Tamiris, entre otros, fueron
discípulos suyos. Un día, mientras instruía a Hércules
en la música, tuvo Lino la ocurrencia de reprochar con
dureza al héroe su poca gracia y escasa aptitud para ese
arte, reproche frente al cual Hércules reaccionó con
cólera, asestando con su lira un golpe mortal sobre la
cabeza de Lino. Grecia entera lloró su muerte, la que
llegó a tener los honores de la apoteosis. La ciudad de
Argos le levantó un magnífico sepulcro en el templo de
Apolo y todos los años acudían allí escritores, artistas
y sabios a testimoniarle su devoción y su dolor. La
música es sin duda el primer gran progreso del ser
humano, allí donde se junta la más elevada forma de
espiritualidad con las emociones más viscerales. La
música es, en rigor, la única creación humana que logra
sacarnos de lo cotidiano ("nos arrebata"),
permitiéndonos un acceso directo al mundo angélico, pero
también lo único que verdaderamente "nos consuela y nos
ayuda". ..... Es
interesante el hecho que Rilke -quien no era músico ni
tuvo en su época una relación particularmente estrecha
con este arte- haya terminado la primera de sus famosas
elegías con esta reflexión sobre la trascendencia de la
música para la vida del hombre. Poco tiempo después de
la redacción de la primera elegía, en 1912, escribió un
poema titulado "A la música", que hemos incluido en este
libro (p. 239), y en el cual Rilke explica algo más
estas primeras intuiciones sobre el tema. Después de
acercarse a la música con una serie de maravillosas
metáforas, el poeta procede a definirla como "nuestro
más íntimo espacio", que nos rodea como "la más
recorrida de las distancias", pero que al trascendernos,
se transforma en "el otro lado del aire: / puro, /
gigantesco, / pero ya no habitable". Es decir, aquí la
dirección del movimiento interno de la música aparece
invertida con respecto a lo que ocurre en la elegía que
estamos comentando: mientras en ésta la música surge de
un espacio primigenio y "dominado por el terror", que se
transforma en una "vibración" que llega hasta nuestro
interior y "nos consuela", en la poesía "A la música"
ella nace en la intimidad de nuestro corazón, "presiona
(luego) por salir" y termina trascendernos hacia lo
infinito.
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